(Aparicio Custom)
Los peces pecan poco,
no nadan las aguas del pecado
aunque saben deslizarse en
agua obscura.
Para ser más precisos,
o preciso en este caso,
pecan poco y nada.
No necesitan. En verdad,
necesitan poco y nada.
Les basta el agua, con algún
alga, y disponer de otros peces
para comer y comerciar:
La dependencia del semejante,
o prójimo es común a todos
los seres vivos, pequen o no
pequen.
El resto, es puro metabolismo
que se cuece en el agua y fluye
como si nada.
II
A decir verdad, el pez no nada:
No sabe bracear ni patalear, y
es inútil enseñarle.
Se conforma con adaptar su cuerpo
tubular y desmembrado al movimiento
de las corrientes, aprovechando esa
fuerza ajena en un sentido o el otro.
Eso es todo, y le basta para sus necesidades
básicas y elementales como el agua.
Los peces sólo conocen del mundo
la parte de abajo, viven sumergidos
en ese inframundo sin poder acceder
al conocimiento verdadero que yace
acá arriba.
Y cuando lo hacen, significa la muerte:
Hay cosas que es mejor no conocer.
III
Los peces viven de la pesca, como
nosotros, aunque no saben practicarla
más que en el agua.
Nosotros pescamos en agua, tierra,
aire y aledaños y estamos siempre a
la pesca de nuevas oportunidades.
En su medio, son excelentes pescadores
y han desarrollado recursos muy
sofisticados tanto para pescar, como
para no ser pescados.
El agua puede parecer mansa y tranquila
vista desde arriba, pero ahí abajo hay un
tráfico intenso y todo el mundo sabe que
tiene que estar alerta:
Al menor descuido, sin darse cuenta de nada,
en un momento pasan a ser parte de otro
metabolismo, sin pecado concebido.
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