(Nicasio Uranio)
Olvidé mi nombre de pila
mientras me depilaba
la lengua.
No tendría que afectarme, puedo
prescindir perfectamente. Casi
que no lo usaba, no suelo llamarme
por ese nombre que ni siquiera
elegí.
No voy a llamarme a engaño:
Puedo hacer las mismas cosas que
hacía con él, antes de olvidarlo, e
incluso alguna más, como este
poema aún sin nombre.
Mi lengua luce bien, conserva su
lugar, su brillo y filo intactos.
No nos engañemos, uno no elige
casi nada: ni su nombre, ni su lengua
materna, ni a su madre.
No hay que depilar nada sin necesidad.
No depiles tus necesidades,
no dilapides tu palabra.
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