(Helena Mora)
Un anticuerpo proactivo
conoció a un cuerpo propasivo.
Se vieron y se unieron
sin pensar ni vacilarlo,
negativo y positivo,
activo y pasivo,
cuerpo y anticuerpo.
Había química ¿qué más?
Nada podría separarlos:
¿Fueron siempre el uno para el otro?
¿o lo inverso?
Necesidades y deseos son expresión
de funciones químicas. Somos pura
química, aunque no somos puros ni
podamos serlo:
¿Nos unen impurezas?
¿Es el amor que pasa?
¿Es la Alguimia Divina que hace arder
los cuerpos y sus anticuerpos en mutación
buscando la Unidad?
Positivo y Negativo se rechazan y se atraen
en un juego que los funde y consume,
confundidos en su ilusoria y provisoria
unidad:
El amor es combustión, no hay amor
para lo neutro ni pasaje de fluidos
entre neutralidades afines opuestas
por el vértice.
El paso del amor no puede ser neutralizado:
El amor vence, luego pasa a otro estado
hasta completar su ciclo dentro de la
fecha de vencimiento.
El amor cambia la vida
de cuerpos u anticuerpos.
Es pura química el amor
(el resto somos impurezas aptas para el
consumo e intercambio de bacterias que
se agitan y se inflaman y se reproducen
a imagen semejanza, según los términos
de el Amor Divino)
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